biblio ilustra

Cuidar las palabras y ofrecer la lectura

El libro es una criatura frágil. Sufre el paso del tiempo,
el acoso de los roedores y las manos torpes, así que el bibliotecario
protege los libros no sólo contra el género humano sino también
contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra
contra las fuerzas del olvido.

Umberto Eco, El nombre de la rosa.

Las bibliotecas cumplen una tarea central en la vida universitaria, tanto por los espacios que habilitan, los libros y materiales con los que cuentan, como por las estrategias para posibilitar en sus estudiantes el acceso a la lectura. En esas intersecciones se encuentra una tarea fundamental: la de las bibliotecarias y los bibliotecarios.

En el marco del Día de Bibliotecarias y Bibliotecarios, conversamos con el equipo de la Biblioteca y Centro de Documentación «Alumna Silvia Wollert» de la Facultad de Trabajo Social (FTS)-UNER sobre el sentido de su tarea diaria, los desafíos futuros y los hitos en el camino realizado. También, recuperamos algunas voces que dejaron su impronta en su paso por el espacio.

En la Facultad la Biblioteca tiene un lugar central, de acceso fácil y directo se ubica en la planta baja, rodeada de ventanales que dejan ver el patio. Este espacio cuenta con un reservorio de 27193 libros. Además, cuenta con 524 títulos de revistas, 2331 tesis y trabajos Académicos en formato papel y 482 tesis y trabajos académicos en formato digital.

Allí la palabra «usuaria o usuario» refiere a estudiantes, docentes, graduadas y graduados, personal de gestión, administrativo y de servicios, la comunidad de la UNER y personas externas a la FTS. La implementación del sistema Koha, permitió relacionar a usuarias y usuarios registrados con hijas/hijos, incluso madres y padres, por lo que se incorporaron lectores pequeños también.

Se trata de un ambiente luminoso y acogedor que recibe diariamente una gran cantidad de consultas de la comunidad académica. Desde allí se puede acceder a la Biblioteca Clacso; a Tiflolibros; a la Biblioteca de MCyT; a Bidi, recursos electrónicos en línea (acceso con credenciales de Guaraní); y al Sistema Nacional de Repositorios Institucionales.

En ese quehacer cotidiano de la biblioteca, que además dispone de una sala de lectura e internet, el rol de las bibliotecarias y los bibliotecarios de la FTS es particular. En las respuestas a las consultas, en la búsqueda de información, en el asesoramiento sobre obras, autoras y autores o temáticas, hay un fuerte compromiso en la formación de estudiantes lectoras y lectores; ofreciendo para ello opciones múltiples y variados aspectos o soportes.

¿Cómo definir la importancia de las bibliotecarias y los bibliotecarios en ese repositorio del saber que es una biblioteca? Quizás se podría resumir o condensar en las particularidades del libro-objeto y sus transformaciones actuales, como testigo de la memoria y la imaginación individual y colectiva.

En ese sentido, son guardianas y facilitadores del conocimiento. Son quienes tienen esa habilidad, perspicacia, formación y saberes para organizar, catalogar y preservar una vasta colección de libros, obras, revistas, diarios, etcétera, para garantizar su accesibilidad a todo público. Así como para guiar a usuarias y usuarios en la búsqueda de información, proporcionando orientación y promoviendo la lectura.

La Biblioteca de la FTS se ha caracterizado por fomentar un entorno de descubrimiento, curiosidad y reflexión, convirtiendo el lugar en un espacio comunitario de encuentro, intercambios y charlas silenciosas. Pero no solo eso, gracias al personal que ha trabajado y trabaja hoy allí, a lo largo de los años el espacio se ha consolidado con un sentido mucho más amplio.

Cuenta con un equipo de profesionales dirigido actualmente por el Bibliotecario Andrés Luis César Chaparro, jefe del departamento desde el año 2023. Completan el grupo las bibliotecarias referencistas Silvia Inés Allois y Johana Redondo, y el Licenciado en Informática Carlos Andrés Di Pierro.

En cuanto a la función de bibliotecarias y bibliotecarios, el equipo de la FTS se ha destacado históricamente por ir más allá del trabajo administrativo y por posicionarse como un potente actor cultural y académico de la vida institucional. Si bien la tarea en sí se ha modificado a lo largo de los años, el espacio se ha consolidado con una impronta particular.

Andrés Chaparro, quien ingresó a trabajar en la biblioteca en el 2015, sostiene que en su profesión «trata de mediar entre la información, que está en diferentes recursos, y los usuarios, que en su mayoría son estudiantes de las carreras de grado y posgrado de la facultad». Ese trabajo también se da con «docentes, investigadores, personal no docente, usuarios de la comunidad que vienen a preguntarnos por diferentes temas que por ahí creen que en la biblioteca pueden encontrar algunas respuestas».

Carlos Andrés Di Pierro hace casi 22 años que se dedica a hacer el soporte informático de la biblioteca. Es decir, con todo lo que tiene que ver el sistema de préstamos. Aunque en sus inicios se dedicaba más que nada a la instalación de los equipamientos que se compraban y a su funcionamiento, su trabajo se fue complejizando si se tiene en cuenta el crecimiento en otros soportes que ha incorporado la biblioteca.

Si bien admite que sería irrespetuoso con sus compañeras y compañeros decir que se considera un bibliotecario, algo de eso siente. Por ello, decidió comenzar a estudiar la carrera de bibliotecología. pensando que puede aportar algo más que sus conocimientos informáticos a su lugar de trabajo. «Teniendo en cuenta los comentarios que nos hacen personas que llegan a la biblioteca y que la conocen por primera vez, si bien la colección que tenemos puede no ser tan grande, tenemos material que tal vez otras bibliotecas más grandes no tienen… considero que tenemos un buen servicio de referencia. Sí, me parece que eso es un punto fuerte», dice Carlitos en cuando piensa en cuál es el sello distintivo de esta Biblioteca.

Johana Redondo ingresa a formar parte del equipo de la Biblioteca en el 2023 y expresa: «Considero que el sentido del trabajo de los bibliotecarios y bibliotecarias, hablando sintéticamente, se basa no solo en asesorar sino también en acompañar, brindar y poner a disposición cualquier tipo de recurso o material, documento o herramienta que facilite el cursado y, por sobre todas las cosas que acompañe el trayecto académico de los y las estudiantes». Pero destaca, también, que la Biblioteca de la FTS sobresale por la calidez humana con los que se brinda el servicio, lo que hace que «los estudiantes no solamente puedan tener a disposición el material sino también sentirse acompañados en su trayectoria universitaria».

«Hoy hay un desafío importante: acompañar los procesos de enseñanza de la Facultad o de la educación superior, que está migrando a la educación virtual. Entonces, acompañar con los servicios que tiene la Biblioteca en ese sentido, que hoy a nosotros nos enfrenta a un nuevo paradigma de cómo responder a las necesidades bibliográficas con un presupuesto de la Universidad Nacional acotado y en donde el movimiento de acceso abierto viene o intenta tomar ese espacio», dice Andrés.

Si bien se apuesta a seguir promoviendo el libro físico, es necesario incorporar ese nuevo espacio virtual de servicios en donde «no solo se trata de acercar los documentos, sino de dar algún tipo de referencia y otro tipo de asesoría al usuario… que en este espacio virtual que a ellos les sirva para tener herramientas en la investigación», comenta.

Con ese objetivo el equipo de Biblioteca está trabajando con otras áreas de la Facultad con el fin de potenciar los recursos que hoy ya tienen la institución y la Universidad, como la biblioteca BIDI, Clacso, o el proyecto de un repositorio institucional, por ejemplo. «Implementar el repositorio institucional con el acceso abierto a las producciones académicas, que nos dé visibilidad a nuestros investigadores, a nuestros estudiantes. Eso seguramente después va a representar un prestigio. Y también ver la forma de lo que nosotros llamamos “la privatización informacional”, que es cómo el usuario en esta nueva personalidad que tiene, que es más autónomo, pueda encontrar un espacio donde pueda consultar, dónde buscar información, cómo buscarla, cómo seleccionarla».

Se trata de que la Biblioteca acompañe en esa formación de identificar recursos con mayor facilidad: «Entonces el o la estudiante va a ahorrar tiempo, va a ser mucho más selectivo del material que está disponible. Porque se encuentran muchas referencias de documentos en Internet, pero que uno no puede acceder porque son accesos pagos, hay que suscribirse, etcétera. Bueno, en todo ello se intenta profundizar el trabajo», destaca Andrés.

Los nuevos tiempos requieren estrategias innovadoras. Así la Biblioteca de la FTS ha crecido constantemente y evolucionado desde la producción de fichas y registros a máquina de escribir, pasando por el uso de catálogos impresos y la aparición de Internet, hasta la puesta en marcha del Sistema de Bibliotecas Universitarias, bajo MICROISIS y la implementación del Sistema KOHA de Gestión de Bibliotecas. Hoy la virtualidad y la Inteligencia Artificial llaman a nuevas readaptaciones que le permitan cumplir su misión.

El equipo destaca algunos momentos que fueron mojones en la historia de la Biblioteca de la FTS. Uno se ellos cuando recibió su denominación actual en el año 1999, en homenaje a la alumna desaparecida Silvia Wollert.

Otro hito fue la visita de Quino a la FTS cuando recibió el título de Doctor Honoris Causa de la UNER a propuesta de la institución en el año 2009. A mediados de 2007 la Decana de nuestra Unidad Académica, Sandra Arito, eleva a Consejo Directivo la propuesta de honrar con el título Doctor Honoris Causa a Joaquín Salvador Lavado «Quino». En esa oportunidad el Consejo define, por unanimidad, refrendar la idea y en diciembre de 2007 la Facultad realiza la presentación ante el Consejo Superior de la UNER. Es así que mediante la resolución número 338 de ese año se resuelve otorgar el título de Doctor Honoris Causa a Quino, «analista y crítico de la realidad a través su humor gráfico».

«Acá en la biblioteca, lo que más recuerdo en visitas importantes que tuvimos fue la de Nora Cortiñas. El personal de la biblioteca preparó una muestra especialmente para ella, para homenajearla. También me viene a la memoria la muestra ‘Galeriantes… un espacio para los libros. Primera edición: el libro justicialista’, donde nos visitó Horacio González, un gran intelectual argentino que falleció hace unos años…  ese también fue un momento muy especial para nosotros. Después hemos tenido visitas de diferentes autores que han firmado libros para la biblioteca… que la han usado como un lugar para sus entrevistas, porque les resulta muy agradable y les da una sensación de tranquilidad estar aquí», cuenta Andrés.

En la recuperación histórica del recorrido de la biblioteca surgen nombres imprescindibles. Uno de ellos, el de Loreto Matilde Moreno, la primera bibliotecaria de la Facultad. Loreto era de profesión Bibliotecaria, título otorgado por la Escuela de Bibliotecología de Santa Fe.

Mirta Rabbia es otra figura insoslayable en la historia de la Biblioteca de la FTS. Ingresó a trabajar el 27 de febrero de 1987 y se jubiló el 31 de diciembre de 2022, sumando 35 años de trabajo. Ella sostiene que más importante ha sido el afecto mutuo, y el acompañamiento personalizado desde la biblioteca a cada estudiante en todo su trayecto en la carrera elegida.

Desde que ella empezó a trabajar a sus 22 años, fue testigo de varios momentos o hitos que acontecieron tanto en el viejo edificio de calle La Rioja como en el actual: «Quiero destacar que la mudanza (en diciembre de 2015) fue muy, muy especial, ya que para la biblioteca no era solamente desconectar las computadoras y cargar los escritorios, fue un trabajo que nos llevo mucho tiempo, casi dos años de preparación». Y agrega: «peñas, el mimeógrafo para hacer copias antes de la fotocopiadora, los guisos de Mercedes, las tortas fritas de Graciela, mucho tráfico de ternura (como diría  Rosario Badano), toma de facultades, paros, abrazos simbólicos, la primer maestría, propuesta de la licenciatura en Ciencia Política, visitas importantes como Quino, Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini León Gieco, Dora Barrancos, Horacio González, entre tantos y muchos  otros».

Entre quienes dejaron esa impronta en la Biblioteca de la FTS está María Alejandra Camblog, bibliotecaria recientemente jubilada con 39 años de trabajo . Ella se desempeñó como Jefa de catalogación, en atención al público y referencia, y estuvo como responsable del servicio en el turno mañana. «Este fue mi primer y único trabajo» señala.

Además de Bibliotecaria Alejandra es Profesora en Bibliotecología, e inició su función en el edificio de calle «La Rioja» junto con Loreto Moreno en el año 1985, cuando tenía 21 años. Recuerda que en esos primeros años el trabajo era arduo. A la tarde en el turno que se desempeñaba concurrían gran cantidad de estudiantes. «Siempre fue prioritaria la atención. Es una marca de nuestra Biblioteca, luego venían las otras tareas», relata. Respecto del crecimiento de la Biblioteca, señala: «Las autoridades nos apoyaron en cada momento para que busquemos títulos nuevos e importantes para la comunidad. Nos brindaban mucho apoyo… Siempre fuimos un equipo. Antes con las chicas y ahora con compañeros nuevos. Eso me parece importante».

Fuente: Comunicación Institucional FTS-UNER


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